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¿Qué pasaría si Satine no hubiera muerto?

MAITE SERNA

No se puede negar la arriesgada apuesta que hizo Baz Luhrmann a la hora de aceptar dirigir una película como Moulin Rouge (2001). Una película musical que marca un antes y un después en la concepción que tenemos de los musicales. Es una película con una estética muy marcada de videoclip, donde la reutilización y revitalización de las canciones que emplea el musical da un aire de frescura a esa estética parisina bohemia de 1900.

 

La pasional historia de amor que tienen Satine, una prostituta de un cabaret, y Christian, escritor frustrado enamorado de la vida, es una de las cosas que más nos atrapa de esta película. Lamentablemente, todo ese ambiente festivo, lascivo e incluso positivo que impregna la banda sonora, genera mucho contraste con la historia de fondo que se está tratando: un amor imposible que termina en tragedia.

 

Por si alguno no recuerda cuál fue la evolución de la historia, aquí hay un pequeño resumen: 

Christian llega a un París de 1900 donde la putrefacción física y psíquica se adentra en sus calles. Él llega con una imagen errónea de la ciudad y, al ver que todo lo que había perseguido era falso, se levanta y comienza a intentar cambiar el mundo y la visión pesimista que tienen todas las personas sobre el mundo. Predica, con sus canciones y sus guiones, el mensaje del amor; y esto es lo que le lleva a conocer en un Cabaret llamado Moulin Rouge a Satine, la estrella del local. Gracias a una confusión con sus identidades, ambos terminan enamorándose y manteniendo una relación amorosa escondida de aquellos ojos que no permiten ni aceptar una relación como esa. Finalmente, justo en el momento en el que los dos protagonistas deciden escaparse juntos a pesar de los riesgos que conlleva, Satine cae terriblemente enferma y, después de todos los esfuerzos, muere. 

 

Este final se puede mirar de dos maneras: la primera es trágica, dejando esa mirada apenada y pesimista sobre la vida; y la segunda es dando un paso más y llegando a esa mirada más positiva, la mirada de Christian, donde, a pesar de todas las dificultades y las vueltas terribles que da la vida, es posible mirar al mundo con ojos ilusionados de que aún hay muchas cosas buenas y que tenemos la capacidad de hacerlas llegar a los demás (igual que hace Christian al final de la película, cuando relata su historia en su diario).

 

Es difícil superar este final, pero, por si esta explicación no nos convence, podemos pensar en un final alternativo en el que Satine no muere, que su enfermedad es algo leve posible de tratar y que, ante todo pronóstico, escapa junto con Christian y ponen punto y final a aquellas miradas negativas, pesimistas y tristes con un final feliz.

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